El 2012 nos deparó gratas
sorpresas. Una de ellas es el último disco de Robert Cray, Nothin But Love. Se trata del disco número veinte en la carrera de
este prestigioso guitarrista de blues. ¿Cuáles son las novedades de este disco?
A decir verdad, no hay en esta placa muchas, digamos, revoluciones. Se trata de
un ejemplo claro del sonido Cray, lo cual lejos de ser una crítica representa
un elogio. Su guitarra es ya una marca registrada que no defrauda y que después
de años de rodaje sigue manteniendo una frescura difícil de encontrar.
Aunque, como dijimos, Robert Cray
es mundialmente conocido como guitarrista de blues, a su concepción de blues no
le cabe la denominación de clásico o tradicional. Algo de eso puede verse en
este último trabajo. Sólo cuatro composiciones de Nothing But Love pueden se consideradas claramente como blues. Un
aire blusero puede escucharse en “I’ll always remember you” mientras que “Side
dish” se trata de un tema uptempo con
reminiscencias de blues texano, allí se encuentran ciertamente las notas más
optimistas del disco. En “Blues Get Off My Shoulder” hallamos un típico ejemplo
de blues à la Cray; se trata de una
versión accesible de un slow blues con una sección de vientos y un sutil
hammond de fondo que encuentran perfectamente su lugar en la composición. El
último ejemplo de blues lo podemos apreciar en “I’m Done Cryin’” con una
historia dura y actual (alguien que sufre las consecuencias de la crisis
económica lo que lo lleva a replanteos referentes a la dignidad), una guitarra
que parecería emular la caída de lágrimas y una sección de cuerdas más que
conveniente, marcando un ritmo que por momentos se convierte en casi una marcha
en el momento en el que el protagonista de la historia se decide a no derramar
más lágrimas (“I’m done cryin’”).
Quienes busquen blues puro y duro no encontraran mucho en Nothin But Love. Más blues hay en otros lugares de la ya extensa
carrera de Robert Cray. Su disco en vivo, Cookin'
in Mobile, es una excelente oportunidad para entender el porqué de su
reputación como guitarrista de este género centenario. Un repaso de clásicos de
su carrera y temas nuevos en clave de blues hacen de ese trabajo un interesante
hallazgo para los fanáticos de los doce compases.
Las letras de Cray suelen contar
historias. Casi siempre tratan de experiencias amorosas, no siempre felices. A
veces, también son introspecciones, reflexiones sobre aspectos de la vida. Las
relaciones son, sin embargo, siempre el tema preponderante. Nothin But Love no es la excepción a
esta tradición que Cray viene cultivando y que hacen de sus composiciones
verdaderas marcas personales. En este caso hay referencias además a realidades
sociales (“I’m Done Cryin’”) y recuerdos de infancia (“Great Big Old House”).
Quienes sigan la carrera de este versátil
guitarrista no quedarán decepcionados por este disco en donde encontramos a un intérprete
mucho más que maduro, con un estilo definido y con ideas claras. Allí
apreciamos una guitarra que casi nunca se encontró enmascarada con efectos, un
sonido preciso de Stratocaster limpia que hará las delicias del no pequeño
grupo de admiradores que este guitarrista con más de veinte años de carrera
supo conseguir.
N.A.
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